Desde hace años se ha descubierto que la tensión emocional daña paulatina e inexorablemente al cuerpo porque suele reventar como enfermedades psicosomáticas. Es tal el daño de lo psico-emocional al cuerpo, que se considera que de cien enfermedades ¡setenta u ochenta! son psicosomáticas.

Muchos tendemos a convertir el estrés psicológico y social en una enfermedad corporal. En dicho mecanismo de conversión la persona inconscientemente transforma un conflicto psicológico en un síntoma físico.

Por un tiempo se creyó que no existían trastornos físicos originados exclusivamente por factores psicológicos. Se pensaba que un trastorno corporal tenía necesariamente un componente biológico que, combinado con factores ambientales, sociales y psicológicos, desarrollaban una enfermedad psicosomática.

Aunque sabemos que para que el estrés interno conduzca a la depresión depende de la predisposición genética, incide en el sistema nervioso vegetativo (sistema nervioso autónomo), el sistema simpático y la glándula hipófisis. Luego de una respuesta de estrés aguda se produce un impacto sobre el eje hipotalámico-hipofisario-suprarrenal: el hipotálamo regula el impacto y se activa la glándula hipófisis (pituitaria), produciendo adenotirotropa o corticotrofina (ACTH), la cual es liberada al torrente sanguíneo y se dirige a las glándulas suprarrenales, y se activa la producción de adrenalina (epinefrina) o cortisol, la hormona del estrés.  Desde este momento se produce una variedad de reacciones pues esta hormona cortical en poco tiempo alcanza todo el organismo provocando el aumento de las palpitaciones del corazón, la intensificación del pulso, la irrigación de los músculos; las reservas de grasa y azúcar se mueven y aumenta la reacción muscular y se incrementa la coagulación de la sangre. Una perenne situación estresante frecuentemente desemboca en agudas crisis psicológicas, emotivas y físicas. Por no hablar de lo que ocurre en el espíritu, eje o columna vertebral de la salud integral del ser humano.

Las preocupaciones, estrés, tensión emocional, odios, resentimientos, ira y otras emociones reprimidas o mal canalizadas tarde o temprano pasan factura.

Si las cosas son de ese tamaño, ¿cuál es el medicamento apropiado para curar una enfermedad psicosomática? Lo atinado es resolver el conflicto emocional y aprender a reaccionar a los estímulos ambientales e internos a fin de que el malestar psicosomático desaparezca, esto es, un cambio de actitud ante el conflicto interno y la presión externa. No es tan sencillo como suena, pero tampoco imposible de practicar.

¿Cómo trata el estrés la osteopatía?

La Osteopatía para el estrés ofrece varias técnicas, aunque es muy recomendable acompañar con otras terapias como el masaje relajante o la acupuntura. Dentro de las técnicas osteopáticas es muy recomendable el sacro craneal. Aun así, en muchos casos el nivel de estrés ha afectado a la zona muscular y visceral y se hace un tratamiento más completo.

¿Cómo la osteopatía puede ayudarte en la gestión de las emociones?

La osteopatía puede, gracias a las manipulaciones suaves, liberar estas tensiones. Ciertos órganos son más o menos susceptibles de guardar las emociones según su función. Hablamos por ejemple, del lado afectivo del corazón, de la tristeza en el pulmón, de la rabia en al hígado, el miedo en el riñón.

 Reequilibrando el cuerpo, el osteópata actúa sobre el cuerpo y las emociones. El osteópata permite liberar los bloqueos físicos con el fin de liberar los bloqueos emocionales.

 A veces, durante una sesión, los pacientes sienten sensaciones extrañas, un relajamiento intenso, pueden estar emotivos, llorar e incluso reír muy fuerte. Toda la sesión se basa en la escucha del paciente. Estas sesiones son liberadoras para el cuerpo y el alma, y devuelve una verdadera sensación de bienestar.

 Sería interesante de no esperar en escuchar un dolor para consultar tu osteópata.

¡Una consulta preventiva es muy importante para liberar emociones!